Dinámica de grupos

Psicoterapia Gestalt en Oslo presencial y online.

Foto de un grupo de personas en la nieve de Oslo, Noruega

El grupo de terapia que se reúne con cierta periodicidad durante un periodo de tiempo largo, desarrolla fuertes vínculos terapéuticos.

El grupo de terapia se convierte en el espacio seguro, donde podemos experimentar, recuperar esas huellas borradas por el mar de la vida y por el tiempo, desde el aquí y ahora, rodeados de testigos que nos miran bien y nos aceptan. En el grupo nos podemos mostrar como somos, arriesgarnos, nos podemos atrever a depositar la humanidad compartida con la confianza de que la depositamos en buenas manos.

En el grupo de terapia podemos recorrer la senda de vuelta, como quien descubre las huellas que dejó en la orilla. Todo, absolutamente todo permanece, y se puede recuperar a través del trabajo corporal, así como la palabra, los sueños, las metáforas… Las herramientas son interminables cuando se trata volver a pisar las huellas en la arena blanca y fina de nuestra playa vital. Cada uno/a tendrá su propia metáfora.

El grupo terapéutico es como una buena madre, que acoge, acepta, nutre, cuida y ama al hijo/a. En esas condiciones los miembros del grupo desarrollan vínculos sólidos y nutrientes que tienen un efecto terapéutico en sus integrantes.

El trabajo grupal es intenso y exige compromiso, pero también es enormemente liberador para las personas que lo componen.

 

Necesitaba tanto ser sostenida y amada, y busqué ahí fuera, pero no encontré a nadie, nadie me vio, nadie me sostuvo, y para poder vivir negué mi necesidad de un otro, y me hice tan fuerte, autónoma y monolítica que ya no me siento. Y sufro.

Para que me vean y me sostengan me tengo que algodonar, perder el contacto con la fuerza que hay en mi. No me puedo sostener. Y sufro.

Me pierdo con facilidad en los otros, en el mundo. No encuentro mi propio modo ni mi propia senda. Y sufro.

Quiero salir fuera de mi zona de confort, pero no me atrevo, y entonces transformo mi deseo en comportamiento adictivo, o hago cosas que me hacen directamente mal. Y sufro.

 

Mi experiencia terapéutica personal con grupos empezó en la clase que me adjudicaron en el Instituto Gestalt de Noruega (Det Norske Gestaltinstitutt), donde la mayoría de los alumnos eran noruegos, aunque había un sueco y un holandés. Desde entonces he participado en cuatro ocasiones más en otros grupos en Noruega, Italia, España (Barcelona y Madrid), New York, y tengo experiencia en dirigir dinámicas de grupo en México. La mayoría de los integrantes de esos grupos han sido hispanoparlantes, a excepción claro está de mi propia clase de formación en Oslo.

Hago énfasis en ello porque compartir idioma y códigos no es un tema baladí. Cuenta y mucho, respecto a cómo nos situamos en el seno del grupo, pero no menos en el lugar donde nos sitúan los otros cuando hablamos otro idioma, gesticulamos de otra manera, aportamos otra perspectiva de las cosas, nos percibimos y nos perciben claramente diferentes.

Por experiencia propia sé que es importante venir motivado/a a una dinámica de grupo, y lo es porque el grupo exige compromiso con la verdad propia y ajena, apertura a experimentar quiénes somos ante determinadas circunstancias, a compartir cómo nos afectan los demás y cómo les afectamos, a descubrir que las historias humanas se resumen, sea en el lugar y el tiempo que sea, en una sola. Siempre contamos la misma historia, en otros marcos, en multitud de otros idiomas, con otros personajes… pero siempre se repite el mismo guion, por lo tanto nuestra historia es la historia de la humanidad misma.